Marzo 31 de 2020
Hoy termina el mes que pensé sería el de recuperar mi sanidad mental pero no es así.
Hoy nos encierra un virus, una pandemia. Mucha gente enferma, mucha gente muriendo, mucha gente sin trabajo, mucha gente con ansiedad, con depresión, con ganas de dejarlo todo.
Yo en particular tengo miedo, mucho miedo. Miedo de enfermarme o que mi familia se enferme, miedo de que el trabajo se paralice, miedo de que ésto tarde demasiado en pasar, miedo de quedar en un loop de encierro, de no ver más a los que quiero, miedo a que la vida nunca más sea normal.
Aunque quizá la vida no era lo normal. No lo sé.
Todo cambió drásticamente en cuestión de días, pero el miedo, mi miedo, se quedó y empeoró.
Marzo desde que inició fue un mes duro para mi. Tenia la convicción de que mis vacaciones de abril, en Argentina, me darían un poco de normalidad, felicidad y de cordura, a eso me aferraba pero todo se derrumbó (como dice la canción). En mayo o en junio o en julio vería a mi mamá después de 2 a#os sin darnos un abrazo. El 26 de mayo hay un boleto con su nombre para ir a la Argentina a visitar a mi hermana, eso probablemente se postergará y sabrá el universo hasta cuando.
Marzo me rompió, terminó de hacer pedacitos la poca fuerza que me quedaba. Lo confieso: Estoy rota, como muchos más, quizás.
Estoy agradecida por todo lo que tengo y todos los días le pido al universo que lo mantenga y multiplique, aunque en el fondo me falta estar en paz con algo que aún no descifro y que no me deja unir los pedazos que marzo terminó de esparcir.
Marzo, hoy terminas y solo dejas incertidumbre. Te agradezco todo pero no te perdono esta monta#a rusa de sensaciones. Sacaste lo más triste y feo de mi. Gracias, pero no lo quiero repetir.
Estoy rota pero quiero volver a ser una o dos pero nunca más éste montón de emociones al mismo tiempo y sin control.
Adiós, Marzo.
